Por: Marisol Ybañez Haro. Integrante de Edugestores Lima Metropolitana.
Una pregunta que abre posibilidades
La convivencia escolar es una tarea que se debe asumir en toda institución educativa con la finalidad de alcanzar el respeto, la aceptación y la responsabilidad de quienes conformar la comunidad educativa. Las preguntas que abre el presente artículo nos permiten reflexionar de qué manera venimos promoviendo la convivencia y el clima escolar en nuestras aulas, qué es lo que estamos haciendo, qué dificultades encontramos y desde dónde podemos incidir en ella. Asumiendo nuestra condición de docentes podemos asumir una tarea más acorde a la situación desde la pregunta ¿cuáles son las acciones inmediatas que realizamos frente a una situación de conflicto en el aula o en la institución?
Somos conscientes que parte del papel de un docente es crear las condiciones que aseguren el logro de los objetivos. Uno de los aspectos que influye en el aprendizaje de los estudiantes es la creación de un ambiente favorable que promueva la convivencia democrática. En este sentido, la competencia 03 del Marco del Buen Desempeño Docente (MBDD) se refiere a “Crear un clima propicio para el aprendizaje, la convivencia democrática y la vivencia de la diversidad en todas sus expresiones con miras a formar ciudadanos críticos e interculturales” (MINEDU, 2012, p.27)
Esta competencia con sus desempeños nos invita a explorar y comprender la importancia de la convivencia democrática, el clima en el aula y la resolución de conflictos para que el docente pueda crear condiciones favorables para lograr los aprendizajes y los estudiantes se sientan parte de un grupo en un ambiente seguro que le proporciona bienestar, y le permite el desarrollo de la autonomía y la responsabilidad desde el punto de vista de la formación de ciudadanos para la vida, con valores y orientados al bien común. La labor del docente es fundamental porque es quien es capaz de desarrollar estrategias para que los estudiantes puedan desplegar sus fortalezas dese el reconocimiento de sí mismos.
Esta competencia desarrollada en el MBDD se vincula directamente con el informe Delors que habla de cuatro pilares de los cuales el que nos interesa es el que se refiere a “aprender a vivir juntos” (Delors, 1994). Pero qué encierra este pilar y por qué es importante. En primer lugar, significa educar para establecer relaciones de igualdad y alcanzar una cooperación cada vez más humana que permita superar la violencia. Todo ello desde el descubrimiento del otro. En segundo lugar, se busca trabajar de manera cooperada con la participación de todos. Esto implica saber participar, cooperar con los demás, comprender al otro. En general, ser empático y desde allí desarrollar distintas formas de interdependencia. Sí, todo ello nos trata de mostrar este Pilar, aprender a vivir juntos, aprender a vivir con los demás, que se convierte y constituye en un reto educativo.
La convivencia escolar democrática, está centrada en los estudiantes, pero para lograrla se requiere que todos los actores de la comunidad educativa aprendan a vivir juntos. En ese sentido, un factor importante es el clima laboral en la escuela, que tiene que ver con la interacción de los directivos con los docentes, la interacción entre docentes. El respeto, la valoración y el apoyo a los docentes so aspectos importantes que permiten un clima óptimo que ayudará en el logro de los aprendizajes (Clavijo, 2023). Sin embargo, cuando me ha tocado hacer las vistas de campo, un sector de colegios tiene un clima laboral adecuado y armonioso, pero algunos no. Los estudiantes por lo general se dan cuenta de este tipo de relación. En aquellos colegios con clima laboral negativo, los docentes y directivos pierden autoridad frente a los estudiantes, cuando se aconseja a Aprender a vivir juntos.
La convivencia democrática debe promoverse y desarrollar a partir de un marco de aprendizaje autónomo de los estudiantes con la finalidad de lograr personas capaces de alcanzar un sentido de vida y que puedan ejercer su ciudadanía (MINEDU, 2021). Siempre que hablamos de la autonomía, hablamos de respeto de sí mismo, de la elección de sus metas, promover la motivación y la regulación emocional desde una reflexión que sea dialogante y tolerante y que sea significativo para el estudiante. Pero la práctica de estos valores son complejos debido que los valores se enseña con ejemplos de comportamiento. Desde el trabajo en campo y acompañando diferentes experiencias se debe reconocer que, muchas veces en nuestra práctica pedagógica bloqueamos algunos de esos valores de manera involuntaria, sobre todo en la fase de mediación y la evaluación formativa de los aprendizajes. La preocupación de no estar rezagados con las metas programadas, hace que nos preocupemos por el desarrollo rápido nuestras programaciones obviando la práctica de estos valores.
La convivencia democrática nos invita a aprender a vivir juntos, pero con plena conciencia de las diferencias y con el objetivo de reconocer y aceptar al otro, partiendo de un punto muy importante: el respeto. Desde esta perspectiva, un lugar privilegiado en la escuela es que todo lo que aprendemos a escuchar se pone en práctica aprendiendo a escuchar a los demás, construyendo consensos y previniendo la violencia. Es por ello que se debe desarrollar estrategias para ser escuchados y escuchar. La escucha atenta permitirá reconocer las posibilidades y las necesidades de la comunidad educativa y desde allí construir las normas de convivencia o el reglamento. Estas normas de convivencia tienen que ser el resultado de la participación de cada uno de los actores que participen de una forma consensuada donde estudiante tenga el protagonismo en la construcción, reflexión y evaluación de las mismas (MINEDU, 2023). La tarea de los docentes con preguntas retadoras será de mediadores en sus propuestas y compromisos asumidos.
Desde el currículo
El perfil de egreso de la educación básica regular considera que el estudiante promueve la democracia como modo de convivencia desde el reconocimiento de sus derechos y el cumplimiento de sus obligaciones. Así mismo, el enfoque de derecho fortalece la convivencia de los estudiantes al hacerlos partícipe de la sociedad y que se relaciona con los demás de una manera justa y de una manera equitativa (MINEDU, 2016). Por otro lado, al desarrollar el enfoque intercultural se enfatiza una convivencia basada en el acuerdo y la complementariedad, así como el respeto a la identidad desde donde se debe propiciar una disposición de conocer, comprender y enriquecerse con el aporte de las diversas culturas y respetando las diferencias.
Desde la experiencia docente debemos reconocer que la diferencia se vive en el aula donde tenemos una diversidad de estudiantes, de la costa, de la sierra, de la selva, últimamente tenemos estudiantes de otros países. El desafío que se tiene ahora es atender esta realidad, por eso se dice que la diversidad siempre está en nuestras aulas. En nuestros días, un aula o una escuela es inclusiva, no solo por tener estudiantes con discapacidad, ahora se incorpora esta diversidad, Por todo esto es necesario comprender la perspectiva del otro e incluir como parte de la practica continua de enseñanza y tomarlo como un valor positivo, si hay alguien o un niño de la costa de la sierra toma sus experiencias y para poder enriquecer la cultura de nuestros estudiantes. Desde el Diseño Universal de Aprendizaje (DUA), señala que en cualquier grupo Humano la diversidad es la norma y no la excepción (Alba, 2019)
El Currículo Nacional al desarrollar la competencia 16 “convive y participa democrática en la en la búsqueda del bien común” considera como capacidades: interactúa con todas las personas, construye normas y asume acuerdos, mejora conflictos de manera constructiva, delibera asuntos públicos y participa en accione que buscan el bien común. Con todo ello se busca que, el estudiante actúa en la sociedad relacionándose con las demás personas de manera justa y equitativa, reconociendo que todos tienen los mismos derechos y deberes (MINEDU, 2016).
El estudiante a través de las capacidades logradas en todos los niveles de formación podrá interactuar con todas las personas desde el reconocimiento de sí mismo. Se aceptará sobre todo como una persona valiosa con derechos que muestra preocupación por el otro, que respeta las diferencias y se enriquece con ellas, y que es capaz de construir normas y asumir acuerdos y compromisos. El logro de las competencias permitirá que sea capaz del manejo de conflictos de manera constructiva, que actúe con empatía, que sea asertivo y poner en práctica pautas de estrategia para poder resolver de manera pacífica y creativa todos lo conflicto que pueda aparecer. En general, se quiere que el estudiante reconozca que los conflictos son parte de la vida cotidiana y que es fundamental que sea capaz saber resolver conflictos.
En ese marco, también se busca que sea capaz de deliberar asuntos públicos, que participe en un proceso de reflexión. Es decir, se trata de formar al estudiante para que puedas dar sugerencias y asumir sus compromisos. Siendo así, todos los participantes tienen que centrarse a promover el bien común, que es lo que nosotros actualmente estamos promoviendo.
Rol de docente para resolver casos complejos
En mi experiencia como especialista de la UGEL, visité un colegio de Chorrillos, Una vez dentro en la puerta de un aula encontré a 2 niños. Uno de ellos, estaba castigado por agredir a otro alumno de su aula y el otro estaba triste. La profesora aplicó el protocolo de norma y resolución de conflicto. Ma atreví a conversar por separado con cada uno de ellos. El estudiante “agresor” indicó que había forcejeado con el otro alumno para que le preste la pulsera hasta ciertas horas de la mañana, señaló en la conversación “porque yo todo lo que tengo lo comparto con él”. Mientras que el otro alumno “agredido” manifestó que es cierto lo que su compañero comparte sus pertenencias. Señaló, sin embargo, “yo no quise prestar la pulsera porque pertenecía a mi madre que ha fallecido hace un mes”. Entonces coordiné con la docente responsable, y conversamos con ellos para que comprendan mutuamente. Desde esa actitud mediadora los hicimos amistar y levantar la sanción.
Definitivamente la convivencia escolar se centra en las relaciones humanas que se dan en la vida escolar. Este factor contribuye un clima escolar que puede ser positiva o negativa dependiendo del tipo de convivencia que caracteriza la escuela. Ya lo decíamos antes, si definitivamente la escuela entre las personas, entre los directivos, entre los maestros, hay cierta discrepancia y no saben entre ellos de liberarse de discrepancia. Entonces, no va a haber ese respeto, no va a haber ese ejemplo para que los estudiantes puedan también tener buenas relaciones humanas.
Hay un punto importante que genera el clima escolar, en base a la convivencia democrática, los tipos de relaciones interpersonales. Este tipo de relaciones interpersonales en un contexto de diversidad debe estar orientado a la construcción de normas desde los valores que se viven o se traslucen en la convivencia. Si se evidencia valores humanos se podrían construir normas que fortalecen el reconocimiento del otro y de sí mismo. De manera que, las normas son el reflejo de los valores que sostiene el clima y las relaciones en la institución. En este contexto no resulta difícil construir las normas de convivencia puesto que ellas son el reflejo de lo que se vive en las relaciones interpersonales entre los actores educativos (MINEDU, 2020). Es por ello que, se debe mirar con objetividad las relaciones desde donde se podrá identificar las carencias o las posibilidades en la construcción de un reglamento significativo para la institución.
Las normas que se expresan en el reglamento tienen que ser claras, pertinentes, consensuadas y que hayan sido aceptadas por todos. Para que la construcción de las normas de convivencia sea significativa debemos preguntarnos ¿realmente estas normas recogen los valores que se vive en la institución? ¿han sido recogidas desde las posibilidades y viendo las necesidades de los actores educativos? ¿promueven el cuidado y respeto de la comunidad educativa? Estas preguntas serán correctivas y permitirán regresar a lo fundamental en la tarea educativa, escuchar a los estudiantes. Definitivamente el tipo de vínculo entre docente y estudiante es fundamental en la convivencia y más en la construcción de un clima de aprendizaje óptimo. “Un mal clima escolar puede promover violencia y desigualdad, mientras que un clima positivo sustenta buenas relaciones, la construcción de una convivencia democrática y el entorno adecuado para que los aprendizajes se desarrollen” (MINEDU, 2020, p.14).
Además de la escucha y la participación de los estudiantes en la construcción de normas de convivencia se debe considerar como algo importante el enfoque de orientación del bien común, “El bien común está constituido por los bienes que los seres humanos comparten intrínsecamente en común y que se comunican entre sí, como los valores, las virtudes cívicas y el sentido de la justicia.” (MINEDU, 2016, p.26). El bien común permite lograr valores como: solidaridad, empatía, responsabilidad. El bien común va más allá del bienestar material que pueden alcanzar los pueblos. Se trata de reconocer que la educación y el conocimiento permiten el desarrollo de la solidaridad, tomar conciencia de la necesidad del otro y sobre todo valorar los bienes inmateriales de la comunidad. Todo ello desde la formación en responsabilidad y la búsqueda del bienestar de la comunidad.
Fortaleciendo Ideas
La convivencia implica comprender las diferencias, apreciar la interdependencia y la pluralidad, aprender a enfrentar los conflictos de una manera positiva y promover continuamente el entendimiento mutuo y la paz mediante la participación democrática. El ejercicio de la convivencia democrática implica incorporar prácticas equitativas, promover la participación, la interacción cooperativa, el diálogo y las buenas relaciones entre estudiantes y docentes, y entre ellas y ellos como estudiantes.
El ejercicio de la convivencia está determinado por el respeto a los derechos humanos, a las diferencias entre las personas y a una coexistencia pacífica que promueva el desarrollo integral de las y los estudiantes. Desde este ejercicio se debe reconocer que la convivencia es una posibilidad para transformar la escuela, las aulas, logrando una manera diferente de sentir y de escuchar a las y los estudiantes y crear un ambiente de confianza, de seguridad, de pertenencia. En todo este proceso, el rol de docentes es bueno porque promueve el involucramiento de sus estudiantes en el aprendizaje y la participación, y conduce el proceso de construcción de las normas de convivencia orientadas a favorecer el bien común.
En esta tarea que se debe asumir es importante potenciar fuertemente las habilidades emocionales. Las mismas que posibilitan una buena autoestima, un autoconcepto óptimo, aceptarse y quererse como uno mismo y el desarrollo de la conciencia emocional. En este contexto, quien puede regular sus emociones, preocuparse por sí mismo y por los demás, quién tiene confianza y sabe exactamente qué decir en el momento adecuado, quien es empático con el dolor del otro habrá logrado el desarrollo de la competencia “Convive y participa democráticamente en la búsqueda del bien común”. En todo este proceso nosotros, los docentes, formamos a las personas que en el futuro afrontarán esta situación como ciudadanos. Sabemos que la violencia existe, pero si nos comprometemos a fortalecer las habilidades emocionales de los estudiantes, sabrán sobrevivir y tomar decisiones. Y lo que queremos es tener buenos ciudadanos con valores fortalecidos en el futuro.
Referencias Bibliográficas
Alba, C. (2019). Diseño Universal para el Aprendizaje: un modelo teórico-práctico para una educación inclusiva de calidad. Participación Educativa, 6(9), 55–66. https://www.educacionyfp.gob.es/dam/jcr:c8e7d35c-c3aa-483d-ba2e-68c22fad7e42/pe-n9-art04-carmen-alba.pdf
Clavijo, M. (2023). El clima laboral docente y su importancia en el proceso de enseñanza. Ciencia Latina Revista Científica Multidisciplinar, 7(2), 9499–9510. https://ciencialatina.org/index.php/cienciala/article/view/6050/9175
Delors, J. (1994). “Los cuatro pilares de la educación”, en la Educación encierra un tesoro. In El Correo de la UNESCO (Vol. 32, Issue 17, pp. 91–103). https://www.uv.mx/dgdaie/files/2012/11/CPP-DC-Delors-Los-cuatro-pilares.pdf
MINEDU. (2012). Marco de Buen Desempeño Docente (Ministerioo de Educación del Perú (ed.)). Corporación Gráfica Navarrete. http://www.minedu.gob.pe/pdf/ed/marco-de-buen-desempeno-docente.pdf
MINEDU. (2016, June). Curriculo Nacional de la Educación Básica – RM No 281-2016-MINEDU. Diario El Peruano, 224. http://www.minedu.gob.pe/curriculo/pdf/curriculo-nacional-de-la-educacion-basica.pdf
MINEDU. (2020). Guía para la elaboración del Reglamento Interno de las instituciones educativas de Educación Básica. In Ministerio de Educacion (Primera ed). https://directivos.minedu.gob.pe/wp-content/uploads/2020/07/Guía-para-la-elaboración-del-RI.pdf
MINEDU. (2021). Desarrollo de la autonomía de las y los estudiantes. In Ministerio de Educación. https://repositorio.minedu.gob.pe/bitstream/handle/20.500.12799/7669/Desarrollo de la autonomia de las y los estudiantes.pdf?sequence=1
MINEDU. (2023). Cartilla sobre Convivencia Escolar. In Ministerio de Educación. https://hdl.handle.net/20.500.12799/8855