Compartimos en Edugestores, este texto del periodista Raúl Mendoza, publicado en el suplemento Domingo sobre el reinicio de clases semipresenciales en algunas escuelas rurales de Arequipa:
El 19 de abril pasado, 14 colegios de cuatro provincias arequipeñas inauguraron el año escolar con clases semipresenciales. Son los primeros en esa modalidad tras un año de pandemia. Esta es una crónica del regreso de alumnos y profesores a escuelas de las zonas altas y sin COVID-19 de Arequipa. El colegio 40550, del caserío de Huactapa, tiene tres aulas, tres profesores y cuarenta alumnos entre el primer y sexto grado de primaria. Todos ellos llegaron hasta allí el pasado 19 de abril para iniciar clases semipresenciales –siguiendo protocolos para evitar el contagio del COVID-19–, después de que el año pasado tuvieran que recibir sus clases por teléfono.
Cuenta la directora del colegio, Isabel Andía, que alumnos y profesores están felices de volver a esta modalidad porque “es mejor trabajar de manera semipresencial que virtual”. Ella es profesora de primero y segundo grado, y señala que el 2020 no se trabajó lo suficiente por la pandemia y los niños no aprendieron como deberían.
Con el retorno a las aulas las cosas, augura, pueden ser diferentes este año. Y sus alumnos la secundan. “Yo quería estar en clase. Me siento feliz cuando estoy con mis compañeros y aprendo mejor”, dice Camila, de segundo grado, que le trajo unas flores silvestres a la maestra. “Contenta de que ya hemos empezado. Cuidándonos, podemos estudiar tranquilos”, explica Graciela, de cuarto grado.
Los alumnos acuden, en dos turnos, lunes, miércoles y viernes. Solo hacen cuatro horas de clase. Todos llevan mascarillas, deben lavarse las manos con agua y jabón al llegar, y se ubican en el aula distanciados de sus compañeros, en carpetas individuales. Las puertas y ventanas del salón permanecen siempre abiertas y el viento de la zona ayuda a que los ambientes estén ventilados.
El caserío de Huactapa queda en el distrito de Puyca, provincia de La Unión, a diez horas de la ciudad de Arequipa y a 3.500 metros de altura. Hasta allí se llega por vías no asfaltadas en un viaje duro y cansador. A medida que avanza el día, el frío arrecia. Pero la profesora Isabel y sus dos colegas están allí porque quieren que sus alumnos mejoren sus conocimientos.
“Hemos venido voluntariamente. Nos preocupamos porque los alumnos están bajos de aprendizaje. Por más que me esfuerce, virtualmente no aprenden como debe ser. No había ni Whatsapp, nada, el 2020. Solo podíamos hacer llamadas y el niño no comprende todo. Por eso los profesores están viniendo, igual que yo. No me obligan, yo quiero que mis niños aprendan. No pueden pasar de grado sin saber”, dice.
Ella vive en Arequipa, pero vino antes del inicio de clases, tras hacerse una prueba de COVID-19 que salió negativa. Por estos días está enseñándoles las sílabas y oraciones cortas a sus alumnos. Cuenta que ellos están felices de estar entre amigos, de volverse a ver después de tanto tiempo, y de aprender con ella presente en el aula. Como era antes de la pandemia.
Experiencia inicial
El 19 de abril se inició el año escolar con clases semipresenciales en 14 colegios de las provincias de La Unión (6), Castilla (6), Islay (1) y Caravelí (1) en Arequipa. Son los únicos lugares del país donde se ha implementado por el momento. Hay requisitos previos para que un colegio pueda ser considerado: no tener casos de COVID-19 en el lugar, tener la escuela habilitada para el protocolo de bioseguridad, y contar con el acuerdo de padres, profesores y directores.
La viceministra de Gestión Pedagógica del Ministerio de Educación, Killa Miranda, inauguró esta modalidad en la escuela 40523 del anexo Mungui, distrito de Pampamarca, provincia de La Unión. Allí señaló que de esta manera se está dando un paso importante para continuar el servicio educativo de manera gradual, flexible, voluntaria y segura, de acuerdo con las autoridades regionales y locales, y con la comunidad educativa integrada por docentes y padres de familia.
El director de este colegio, Martín Ludeña, cuenta que era necesario para ellos trabajar en forma presencial porque la conectividad en la zona no es buena. En su escuela hay 16 estudiantes distribuidos en dos aulas. “El lunes, por ejemplo, yo trabajo con cuarto, quinto y sexto grado. Y el martes otro profesor trabaja con primero, segundo y tercer grado. Así nos turnamos para que no haya tantos alumnos al mismo tiempo en el colegio”, describe.
Dice que ve a sus alumnos bien entusiasmados, con ganas de asistir y estudiar y estar al lado del docente. Él se siente más tranquilo de estar con ellos, de darles asistencia y un aprendizaje más directo. Lo sorprendió que las autoridades escogieran su colegio para la inauguración de esta modalidad. Él presentó su plan de trabajo, verificaron que cumplía con los protocolos y aprobaron las clases con esta modalidad.
El último viernes, el ministro de Educación, Ricardo Cuenca, señaló que esta experiencia inicial en escuelas rurales de Arequipa podría replicarse a partir de mayo en otras regiones. “Hemos tenidos dos reuniones con la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales para explicarle el procedimiento. Algunas regiones han tomado la decisión de iniciar y otras de postergar el retorno”, dijo.
Padres comprometidos
En el anexo de Huarhua, también en la provincia de La Unión, el colegio 40524 tiene ocho alumnos. Es un colegio unidocente y la directora, Jessy Cáceres, es también la maestra de todos ellos: hay cuatro alumnos de segundo grado, uno de tercero, dos de quinto grado y una niña de sexto grado.
“Hicimos una reunión con la comunidad a ver si aceptaban la propuesta de las clases presenciales y todos estuvieron de acuerdo”, cuenta la profesora. El año pasado las clases fueron virtuales, por teléfono, y los resultados no fueron los esperados. Los padres no tienen los ingresos necesarios para tener un plan de datos, además de que la señal no es muy buena por la lejanía y la altura de la zona (más de 3.000 metros).
“Yo los llamaba para trabajar, los separaba en grupos, por grado, pero es complicado hasta para los profesores. Debía buscar un lugar donde capte bien la señal, y eso mismo sucedía con los niños. Había momentos en que estábamos trabajando y de repente se iba la señal”, recuerda. Ella vive en Arequipa, pero ha hecho ese viaje de más de diez horas hasta Huarhua para enseñar a los niños.
“El compromiso es mío, también de los niños, y me complace tener el apoyo de los padres”, cuenta. Ese apoyo se nota en que cada día un grupo de padres limpia el colegio y lo deja apto para las clases. En los pueblos de La Unión la población se dedica mayormente a la agricultura.
Geraldine, una de sus alumnas de quinto grado, dice estar contenta de ver a sus compañeros y pide a todos respetar los protocolos. Por estos días, la profesora Cáceres vive en el mismo colegio. “Evito viajar para evitar el riesgo de contagio. Bajo cada mes a mi casa. Aparte de mis niños, esta zona es muy bonita y la gente es muy acogedora. No puedo quejarme, eso me anima a seguir”, dice.
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