Por Román Aller
Los docentes a pesar de ser considerados como actores claves en el sistema educativo muchas veces no son asumidos como tales, sobre todo cuando se “piensan” en sus políticas educativas y muchas veces son sólo considerados como operadores de estas políticas. Urge revertir dicha perspectiva hacia una donde se reconozca, se valore y se propicien los cambios necesarios desde las prácticas de los mismos docentes.
Para el logro de estos cambios de perspectivas se tiene que recuperar la mirada hacia ellos como lo que realmente vienen asumiendo en diferentes territorios del país: profesionales, expertos de los aprendizajes y referentes ciudadanos de sus estudiantes, tal como lo dijo el maestro José Antonio Encinas: “la labor docente es la de formar ciudadanos”.
Si bien es cierto, esto no es una novedad hacerlo efectiva sí lo sería. Sobre todo en contextos tan complejos y con muchas limitaciones tanto a nivel de las condiciones mínimas para que los docentes puedan tener un buen desempeño, como las capacidades que exigen para la formación de los estudiantes en el presente siglo. A ello hay que sumarle además los grandes retos que la pandemia ha evidenciado y que tienen que darse en la marcha.
Es por ello que un aspecto fundamental, además del “kit de capacidades” que los docentes tienen que sacar a relucir para lograr los aprendizajes en los estudiantes, tiene que tener correlato con varios elementos que den soporte y condiciones adecuadas como son los recursos logísticos y organizativos (sobre todo ahora en la pandemia), involucrar a más actores como por ejemplo las familias y la comunidad y maximizar los esfuerzos de gestión y articulación con los diferentes organizaciones e instituciones presente en los diferentes territorios del país, tal como vienen mostrándose desde hace varios años y ahora son más evidentes.
Por tanto, estos son cambios necesarios que deben ser asumidas no sólo como parte de la consolidación de las políticas docentes, sino ser asumidas desde los mismos docentes como nuevas formas de entender los aprendizajes para la vida de los estudiantes según sus propias características y las diversidades del país. Ello implica, cuestiones básicas en la práctica de los docentes, es decir, cambios en la manera de acompañar los aprendizajes, los vínculos con los estudiantes, las relaciones con sus colegas y otros actores, con las familias y con la comunidad, sobre todo con la idea de que se aprende no sólo en la escuela, sino también en casa, en la comunidad, en el territorio, en el país.
En ese sentido, si los docentes logran “viralizar” dichos cambios que son urgentes, pueden mover al sistema educativo pero sobre todo nos podrían demostrar que si los cambios vienen desde ellos mismos el efecto será mayor. Ser Docentes ciudadanos del saber: como expertos de los aprendizajes y como referentes ciudadanos que ayudan a la transformación de la vida de las personas y de su sociedad.
Tomado del blog del autor