Por Claudia Uribe, directora de la Oficina Regional de Educación para América Latina y El Caribe de la Unesco, y Bernt Aasen, director regional de Unicef para América Latina y el Caribe.
La covid-19 cerró casi todas las escuelas en América Latina y el Caribe. Desde mediados de marzo, más del 95% de los estudiantes matriculados en la región está fuera de las aulas. A medida que eventual y gradualmente se levanten las restricciones de la cuarentena, los gobiernos enfrentarán una pregunta difícil: ¿cuándo y cómo deberían reabrir las escuelas?
En América Latina y el Caribe, la actual crisis de salud está amenazando los derechos de los niños a la educación, la protección y el bienestar. Ya antes de la pandemia, más de 12 millones de niños, niñas y adolescentes estaban fuera del colegio. ¿Cuántos más habrá después de la pandemia? Hemos aprendido de emergencias humanitarias previas que cuanto más tiempo permanezcan los estudiantes lejos del entorno educativo, mayor es el riesgo de que nunca regresen, especialmente los más vulnerables.
En general, el cierre de escuelas ha impactado los procesos de aprendizaje de la mayoría de los niños, niñas y adolescentes, pero los grupos vulnerables son los más afectados. Más allá del aprendizaje, en muchos países se han suspendido servicios importantes proporcionados por la escuela, como la alimentación escolar y la atención en salud. La covid-19 y la cuarentena han ocasionado la pérdida masiva de trabajos e ingresos para muchas familias en la región. Para aquellos padres cuyos medios de subsistencia se han visto disminuidos, enviar a sus hijos de regreso a la escuela será un gasto más que afrontar. ¿Y qué hay de los maestros? Se les ha pedido que adopten nuevas modalidades de enseñanza en circunstancias extremas. ¿Es seguro su empleo? ¿Qué pasa con su propia seguridad, salud y bienestar? ¿Tienen el apoyo que necesitan?
Antes de la pandemia, las proyecciones regionales indicaban que en América Latina alrededor de 100 millones de niños, niñas y adolescentes de 2 a 17 años presenciaron violencia o estuvieron expuestos a al menos uno o más tipos de violencia. Con los centros escolares cerrados, los niños en el hogar son cada vez más vulnerables a la violencia doméstica y al abuso emocional, físico y sexual. Por esto, es vital que regresen a entornos educativos seguros que les proporcionen condiciones de bienestar y protección como las que ofrecen las escuelas.
Para no socavar el aprendizaje y potencial de toda una generación de estudiantes, la continuidad educativa y la reapertura de las escuelas deberían ser prioridad para los gobiernos. Pero, ¿cuándo deberían reabrir?
Esta decisión es primordialmente del gobierno, específica para el contexto de cada país, basada en evidencia sobre la situación de salud pública, y guiada por el interés superior del niño. Esto requiere de una evaluación de riesgos sectorial y un plan de respuesta en el que los sectores de salud, educación y protección social interactúen armónicamente en coordinación con el Ministerio de Salud.
La reapertura según los planes de cada país deberá ser gradual y monitoreada activamente. Por ejemplo, los estudiantes podrían regresar a la escuela en áreas donde las tasas de transmisión sean más bajas, en ciertos días de la semana o para algunos grados y niveles.
¿Qué se requiere para reabrirlas? En línea con la Coalición Mundial para la Educación covid-19, Unicef, Unesco, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Banco Mundial han desarrollado un marco para ayudar a la preparación nacional y guiar la implementación de la reapertura.
Mientras las escuelas continúan cerradas, es urgente que los gobiernos aceleren la planificación adecuada y la definición de los procedimientos para el regreso. En muchos países de América Latina y el Caribe, Unicef y la Unesco ya han intensificado su apoyo a estos esfuerzos en curso por parte de las autoridades nacionales.
Las próximas semanas serán críticas para que los países se preparen con la definición de políticas, procedimientos y financiamiento en materia de operaciones escolares seguras y entornos protectores. También será momento para garantizar que los administradores escolares, maestros, comunidades, familias y los niños y adolescentes estén plenamente conscientes de las medidas que deben tomar para mitigar riesgos. La planta docente debe estar preparada y recibir el respaldo necesario, y los maestros deberán focalizar la recuperación de las pérdidas de aprendizaje a fin de evitar que se exacerben las brechas educativas y proporcionar bienestar y protección a los estudiantes.
Se debe poner especial atención en asegurar que los niños, niñas y adolescentes más vulnerables regresen a la escuela y que su condición socioeconómica, de género, discapacidad, etnia o nacionalidad no les impida recibir la educación que necesitan.
En las últimas semanas, muchos estudiantes han adoptado la práctica de lavarse las manos en casa para salvar su vida. ¿Pero encontrarán agua y jabón cuando regresen a la escuela? En América Latina y el Caribe, una de cada seis escuelas (16%) no tiene servicios de agua y una de cada cinco (19,8%) no tiene instalaciones para lavarse las manos. Ahora es el momento perfecto para renovar y reorganizar las infraestructuras educativas para mantener a los estudiantes seguros dentro y fuera del aula.
Probablemente más que nunca en la historia moderna, la covid-19 está probando la capacidad de recuperación de los sistemas educativos en América Latina y el Caribe. Existe una amenaza real de que la crisis actual borre los avances logrados en toda la región durante las últimas décadas. Sin embargo, esta crisis también se puede utilizar como una oportunidad para repensar la educación y hacerla más relevante y sostenible en el futuro.
¿Cómo serán los centros educativos después de la cuarentena por la covid-19? ¿Volveremos a escuelas que continúen profundizando las desigualdades preexistentes, tanto en acceso como en calidad? ¿O volveremos a escuelas más seguras, más inteligentes y más inclusivas donde los estudiantes logren aprendizajes significativos y relevantes?
Padres, maestros, estudiantes y gobiernos de América Latina y el Caribe no soñemos con la escuela a la que queremos regresar. Vamos a construirla ahora, y juntos, para cada niño, niña y adolescente.
Claudia Uribe es directora de la Oficina Regional de Educación para América Latina y El Caribe de la Unesco, y Bernt Aasen es director regional de Unicef para América Latina y el Caribe.
Tomado de El País