Por Alonso Mujica Troncoso
Tras la primera semana de cuarentena y aislamiento social obligatorio, diversas escuelas públicas y privadas han recurrido a recursos digitales como aulas virtuales, clases por streaming, plataformas de e-learning, entre otras.
El Ministerio de Educación, por su parte, anunció el 20 de marzo la estrategia de educación a distancia Aprendo en Casa. El ministro del sector, Martín Benavides, aseguró que esta busca “repensar la forma en como nos hemos venido educando y como pensamos” combinando medios digitales, televisión y radio para hacer llegar la educación a todo el Perú en al menos 10 lenguas originarias y de señas. En principio, esta iniciativa es muy positiva: que el Estado busque estrategias basadas en tecnología para poder cubrir la carencia educativa es una excelente señal.
Sin embargo, existen dos principios en torno a la educación virtual –o desde casa– que no se deben perder de vista para que la estrategia sea exitosa y duradera en el tiempo.
El primer principio: en un país como el Perú, la educación virtual como única solución es una utopía. ¿Por qué? Las facilidades tecnológicas en los hogares del país son muy disímiles: el 73% de peruanos usa Internet (US Census Bureau) y de la cantidad de personas que usa Internet el 82% accede a este servicio a través de un celular (INEI); hay que tener en cuenta, además, que menos del 40% de hogares cuenta con una computadora. Cualquier estrategia que dependa de una solución única y estándar está destinada a fallar.
Toca ponerse al día, con mucha estrategia e innovación, y muy rápido.
Muchos colegios no cuentan con aulas virtuales ni docentes capacitados. Miles de profesores corren contra el tiempo para digitalizar y tratar de cubrir el vacío. Lo más común en estos días se ha vuelto hacer las mismas clases de siempre en vivo y por streaming. ¿Alguno ya experimentó su servicio de videos favorito colapsado? Súmenle millones de estudiantes conectados a clases en vivo. Repito, digitalizar un proceso tradicional no es hacer educación virtual. Y de paso, colapsar Internet tampoco.
Sorprende mucho, además, que organizaciones educativas como el gremio de profesores encabezado por el Sutep, la Asociación de Colegios Particulares Amigos –30 colegios– o la Asociación de Colegios Privados de Lima –1,200 colegios– coincidan en la necesidad de recortar vacaciones y recuperar clases los sábados. ¿Por qué? Si las estrategias de educación en casa son efectivas, no tiene ningún sentido. Esas declaraciones denotan falta de convicción sobre las medidas adoptadas.
Tenemos una brecha tremenda de capital humano en temas digitales; es una realidad que los estudiantes son mucho más digitales que sus padres o sus profesores. Por ejemplo, en un estudio que hicimos en Silabuz, los padres nos dijeron cosas como “no creo en la educación virtual debido a que mi hijo(a) no se concentra y le falta disciplina”. Sin embargo, el hijo(a) opinó lo contrario: se consideraba “altamente responsable” y “muy motivado de aprender a programar sus propias apps”. La diferencia en percepción es abismal. Los padres y madres ya tienen una preconcepción negativa hacia el tema; sin sensibilización y capacitación previa esto no va a funcionar.
Actualmente existen soluciones tecnológicas probadas, en su mayoría provenientes del sector privado, que se pueden implementar -Khan Academy, Check, Silabuz, Microsoft Teams, Cisco Webex son solo algunas-. Para poder implementarlas a gran escala requieren inversión en capacitación, implementación, soporte, seguimiento, evaluación y demás. Un despliegue enorme de recursos humanos y tecnológicos.
En pocas palabras, para que Aprendo en Casa sea exitoso, el Ministerio de Educación y el sector privado deben tomar en consideración todos los puntos mencionados y tienen que dotar de recursos a la propuesta. Sin un paquete de medidas económicas claras de parte del Estado, no se podrán implementar correctamente los cambios drásticos que se requieren en capital humano e infraestructura tecnológica.
Es un momento económico muy delicado para el país y el mundo. No podemos sumar una crisis educativa y una mayor pérdida de productividad de la fuerza laboral. No podemos sobrecargar más a los padres y madres por la educación en casa.
Lo más probable es que esta coyuntura se prolongue más allá del 30 de marzo y lo “normal”, tal como lo conocíamos, no exista más. Las inversiones que se hagan hoy en educación virtual marcarán el futuro de la educación de nuestros hijos e hijas.
Lo imperativo es invertir para convertir nuestras limitaciones en oportunidades. La inversión más importante que podemos hacer es en nuestro capital humano.
Tomado de Perú 21