Por Lorena Alcázar (tomado de Ojo Público)
La discriminación de género ha perseguido a Verónica (25) desde la infancia. Es la mayor de seis hermanos, de una familia de ingresos extremadamente bajos. A los cinco años, comenzó a estudiar en la única escuela cercana a su hogar en Canta, un pueblo rural cerca a Lima. A pesar de vivir en un contexto de grandes carencias económicas en su hogar y en su escuela, Verónica recuerda que era una estudiante muy empeñosa y que obtenía muy buenas notas. Esto cambió al cumplir diez años, cuando tuvo que empezar a apoyar en las tareas del hogar y en el cuidado de sus hermanos tras el abandono de su padre. Sus notas empezaron a bajar y, pocos años después, antes de terminar la secundaria, abandonó la escuela.
Cuando comenzó a trabajar, Verónica volvió a vivir discriminación de género. Fue víctima de abusos sexuales y psicológicos tanto en su casa –por parte de su pareja– como en el lugar de trabajo, donde fue acosada sexualmente por el dueño de la vivienda donde realizaba trabajo doméstico. Embarazada de su primer hijo, escapó y regresó a la casa de sus padres. Hoy trabaja ocasionalmente en empleos de corta duración y mal pagados. Verónica es un típico ejemplo de cómo las mujeres peruanas sufren discriminación desde muy niñas, lo que junto con otras condiciones de marginación las lleva a “quedarse atrás” tanto en el acceso a una educación de calidad como a un trabajo decente.
Verónica es una de los cuarenta jóvenes entrevistados para un estudio que, a través de metodologías cuantitativas y cualitativas, construyó perfiles de los jóvenes que se quedan atrás en la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en el Perú relacionados con la educación de calidad (ODS 4) y el trabajo decente (ODS 8). El estudio fue realizado por el Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE) para el informe global “Estado de los ODS” de la red Southern Voice.
El análisis cuantitativo del estudio mostró que el género es uno de los principales factores que contribuyen a quedarse atrás en la educación de calidad. Al revisar los resultados de las pruebas estandarizadas peruanas no se encuentran diferencias significativas de género entre el rendimiento de los niños y niñas que asisten a la escuela primaria. Sin embargo, en la escuela secundaria, las niñas tienen un 3,8% más de probabilidades de quedarse atrás que los niños.
Los datos cualitativos revelan algunos de los mecanismos mediante los cuales esta brecha de género en el rendimiento se amplía con la edad. Muchas de las entrevistadas señalaron cómo se les impuso los roles de género desde el inicio de su escolaridad, bajo la expectativa de que contribuyan de manera desproporcionada a las actividades domésticas, como la cocina, la limpieza y el cuidado de los hermanos. Estas responsabilidades están presentes desde la primera infancia, tanto en contextos rurales como urbanos, y ocupan grandes cantidades de su tiempo, dejándoles poco tiempo para estudiar.
La escuela es sólo el comienzo de la discriminación de género en el Perú. Las mujeres también experimentan importantes obstáculos para lograr un empleo decente. El estudio definió dos grupos para incluir a los que se quedan atrás en empleo decente. El primero es el de los NINI, que incorpora a los jóvenes que no tienen ni empleo, ni educación, ni formación. El segundo es el de los trabajadores precarios, que incluye a los que se emplean en trabajos mal remunerados, inestables, de corta duración, y que no aseguran una transición exitosa a la edad adulta. El hecho de ser mujer aumenta significativamente las probabilidades de pertenecer a uno de estos dos grupos: en un 10,7%, en el caso de los NINI, y en un 12.4%, en el caso de los trabajadores precarios. De hecho, casi el 70% de los jóvenes que se quedan atrás en términos de acceso al trabajo decente son mujeres.
De manera similar al caso de educación, la imposición de roles tradicionales de género es una de las explicaciones de las brechas en el mercado laboral. Las estimaciones del estudio muestran que la interacción entre ser mujer y tener un hijo pequeño en el hogar es uno de los factores que más se asocian a la precariedad del empleo. Eleva la probabilidad de ser NINI en un 28% y de tener un empleo precario en un 40%. Se encontró, además, que los hombres que conviven tenían un 6% menos de probabilidades de ser NINI. Las mujeres, sin embargo, tenían un 18,4% más de probabilidades de ser NINI si convivían.
Estos hallazgos sugieren que la sobrerrepresentación de las mujeres en condición de ser “dejadas atrás” puede explicarse, al menos en parte, por la fuerte presencia de roles de género en los hogares peruanos. Se espera que las mujeres permanezcan en el hogar para realizar las tareas domésticas (por lo que se convierten en NINI) o sólo pueden acceder a empleos inadecuados en el mercado laboral. Estos hallazgos cuantitativos fueron respaldados por las historias de vida de las entrevistadas. La violencia, la discriminación de género por parte de los empleadores y la carga del cuidado de los niños fueron mencionados como factores importantes que limitaban su acceso a mejores oportunidades de trabajo.
El estudio mostró también cómo el quedarse atrás en el sistema educativo afecta las posibilidades de mujeres en el mercado de trabajo. Encontramos que, si bien menos años de educación aumentan las probabilidades de quedarse atrás tanto para hombres como para mujeres, la magnitud de los efectos negativos es considerablemente mayor para las mujeres con empleos precarios. Estos resultados sugieren que las mujeres son “castigadas” de mayor manera que los hombres por tener menores niveles de educación en el mercado laboral peruano. Mientras que la deserción escolar sube la probabilidad de que un hombre trabaje precariamente sólo en 4%, en las mujeres sube en 21%.
Es vital comprender cómo las diferencias de género afectan a los que se quedan atrás en términos del acceso a la educación de calidad y empleo decente en el Perú. Entender esto servirá de instrumento para el diseño de políticas destinadas a mejorar los resultados educativos y laborales de las mujeres y a contribuir a un logro más equitativo de los ODS.
Tomado de Ojo Público.