Por Roman Aller
En la actualidad el mundo sigue teniendo cambios profundos en diferentes aspectos de la vida social, política, económica y cultural y, éstos cada vez son de manera más acelerada, sin embargo, la educación en general y la escuela en particular casi ha mantenido (o mantienen) la misma infraestructura, organización y funciona del mismo modo que en el siglo pasado.
Las escuelas al no responder ante las nuevas exigencias del presente siglo vienen teniendo resultados poco alentadores. Emiliana Vegas del BID señala respecto a los resultados educativos en la mayoría de los países de la región así: aprendizajes bajos, resultados desiguales según niveles socioeconómicos y pocos relevantes para el mercado laboral. Visto así, tal y como se encuentran -desfasadas y obsoletas-, se ponen en cuestión a las escuelas y se deslizan ideas que ya no serían necesarias y hasta podrían desaparecer.
Sin embargo, considerando el avance inexorable de las tecnologías, el uso cada vez más intensivo de las plataformas educativas en línea, la inteligencia artificial y la diversidad de estrategias diversas de aprendizaje, con lo cual las escuelas “aparentemente” pierden vigencia, precisamente por ello y para maximizar estos avances, aparecen más razones para re-afirmar la presencia de las escuelas . Aquí algunas razones para sostener que no van a desaparecer, sino van a transformarse sustancialmente.
Muchos expertos coinciden que para lograr cambios significativos en la formación de las personas son las escuelas los espacios educativos propicios para las transformaciones y el desarrollo humano. Solo por citar algunos ejemplos, Ken Robinson, educador y conferencista inglés, propone que las escuelas deben promover la creatividad, la innovación y el talento de las personas; el educador italiano, Francesco Tonucci, propone que las escuelas deben formar a las personas con respeto, con libertad y con capacidad de decidir; Martha Nussbaum, filósofa estadounidense, introduce el enfoque de capacidades de las personas como oportunidades para que en las escuelas puedan ser cultivadas y se viva en libertad y busquen la felicidad.
Es desde esa nueva perspectiva que los cambios de las escuelas deben responder a las exigencias del siglo XXI y se enfatiza que lo central para las personas en el futuro, según el estudio de Global Education Futures y Wordskilis son el trabajo colaborativo y la adaptación de los entornos de cambios rápidos. Esto nos lleva nuevamente a mirar y re-crear los espacios educativos -escuela renovada- donde las personas se interrelacionan, intercambian experiencias, realizan acciones conjuntas, divergen, convergen y van aprendiendo a con-vivir entre diferentes.
La noción de aprendizajes a lo largo de toda la vida, también reta a las escuelas que dejen de verse de manera convencional y aislada, les exige cambios y “salir fuera de la caja”, en ningún momento se dice ”romper la caja”, sino se busca pensar diferente, ampliar la mirada más allá de las escuelas. Ello significa contar con escuelas fuertes, sólidas, referentes, autónomas, escuelas distintas que innovan, se reinventan y se articulan con el entorno, con la comunidad, con otros actores, espacios e instituciones que también influyen en la formación de las personas.
Las escuelas siguen y seguirán siendo referentes para el desarrollo de las personas y de la sociedad. Un estudio del Instituto de Estudios Peruanos del 2016 , señaló a las escuelas como la institución pública que genera mayor confianza entre los ciudadanos. Esto es una oportunidad para que en las escuelas se consoliden prácticas ciudadanas, lugar de encuentro y privilegiado para que aprendan a respetar las reglas de juego y consoliden su formación integral (conocimientos, habilidades socioemocionales, productivas y su accionar ético) para ser parte del desarrollo del país. Eso conlleva a resignificar los sentidos de la educación y de cambios no en contra de las escuelas sino con las mismas escuelas.