Por Esaú Salón
Ya es harto conocido que construir en el Perú una sociedad intercultural que rechace y destierre cualquier práctica discriminatoria y racista, principalmente por condición cultural, étnica o lingüística, es una tarea ineludible que el Estado, en sus diferentes niveles, a través de sus funcionarios y servidores; de la mano de la sociedad en general, tiene que promover e impulsar. Sabemos que el mayor de los anhelos de los pueblos originarios de nuestro país, en la dimensión educativa, es que la educación brindada a sus miembros sea un servicio que les permita desarrollarse y acceder a oportunidades de desenvolvimiento en una sociedad globalizada y “moderna”, manteniendo su identidad, sus referentes culturales y principalmente su lengua; respetando su territorio y su diversidad de cosmovisiones; sin que ello signifique un encapsulamiento o tal vez un fenómeno de regresión manifiesta en una férrea resistencia al cambio y la mejora de las condiciones de vida del individuo.
Desde julio de 2016 -y quizás algún tiempo atrás-, tanto demandantes como implementadores de las políticas educativas hicieron denodados esfuerzos para que la aprobación de la Política Sectorial de Educación Intercultural y Educación Intercultural Bilingüe (Decreto Supremo N° 006-2016-ED) continúe dando sus frutos evidenciados en una propuesta que, por un lado, permita definir las formas de atención pedagógica, así como las orientaciones necesarias para la planificación, implementación, ejecución y evaluación del currículo en las aulas y, por otro, la organización y el funcionamiento de las instituciones educativas que prestan el servicio educativo intercultural bilingüe, con el involucramiento de la comunidad educativa en pleno y el liderazgo directivo, que promueva la convivencia escolar democrática e intercultural; ambos con soporte en condiciones necesarias suficientes de equipamiento, infraestructura y desarrollo del potencial humano, entre otras.
Sin embargo, algunas preguntas obligadas a responder en este contexto deberían ser: ¿La aprobación del modelo de servicio educativo intercultural bilingüe garantiza, de por sí, la eficiencia del servicio educativo que se brinda a los estudiantes de los pueblos originarios? ¿Existe claridad en las instancias de gestión educativa descentralizadas respecto de lo que representa el modelo de servicio educativo intercultural bilingüe? ¿Están las instituciones educativas preparadas y equipadas para la concreción del modelo de servicio intercultural bilingüe? Éstas y muchas más interrogantes requieren ser analizadas y capitalizadas como elementos que permitan comprender en su real dimensión, por un lado, la trascendencia de la aprobación del Modelo de Servicio Intercultural Bilingüe – MOSEIB y por otro, las demandas que dicha aprobación genera.
Es completamente seguro que la aprobación del Modelo de Servicio Educativo Intercultural Bilingüe viabilizará de manera técnica y normativa los procesos que se ejecuten como parte del servicio educativo, buscando hacerle eficiente a la demanda de desarrollo que exige el enfoque de derechos. Sin embargo, muchos factores externos condicionarán el logro de dicho propósito, como parte de todo proceso que requerirá ir acentuándose de manera gradual dentro de la gestión escolar pedagógica e institucional. Por otro lado, es clave el manejo y empoderamiento que deben lograr las diferentes instancias de gestión educativa descentralizadas. Primero, para entenderlo y creer en él como una alternativa a las múltiples carencias que vienen experimentando al momento de desarrollar su accionar rectoral dentro de su ámbito correspondiente y, segundo, para romper paradigmas y en algunos casos “prejuicios” de los mismos padres de familia e incluso docentes, en el sentido que, trabajar en y desde la escuela con perspectiva de desarrollo cultural y lingüístico, o a su vez de revitalización, representa un atraso para los estudiantes, sus pueblos y la sociedad en general; idea que todos sabemos es por demás equivocada y absurda.
Hablando de las instituciones educativas y de su capacidad o no para implementar las formas de atención pedagógica que el Modelo de Servicio Intercultural Bilingüe plantea, implica la necesidad de hacer notar que la Educación Intercultural Bilingüe se desarrolla en contextos altamente heterogéneos en el que cada cual presenta factores favorables o a su vez desfavorables que ayudarán o dificultarán su concreción en las aulas con los estudiantes; así pues, encontramos contextos en los que la escuela EIB cuenta con docentes titulados, con formación inicial y en servicio acorde a las exigencias del momento actual y, a su vez, contextos en que la mayoría de sus docentes son intitulados, en proceso de formación mediante sistemas poco confiables y hasta “engañosos” que desarrollan algunas instituciones académicas de nuestro país; por lo tanto, aún será bastante trabajoso y laborioso el camino a seguir para hacer que muchas escuelas, si no todas, concreticen la implementación del Modelo de Servicio Educativo Intercultural Bilingüe y cada una de sus formas de atención pedagógica, pertinente al escenario lingüístico en el que ofertan dicho servicio.
Es sin duda una tarea ardua la que nos espera a todas aquellas personas, instituciones, colectivos de sociedad civil, instituciones académicas, cooperantes, etc. que por razones de función o tal vez por afán altruista y de sensibilidad social, nos vemos comprometidos en que día a día el servicio educativo intercultural bilingüe sea entregado como se merecen y el derecho lo exige, a los niños, niñas y adolescentes de los pueblos originarios y de nuestra patria en general.
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