Por Emma Aguirre
Cada vez que asisto a un CADE Educación constato que es un espacio para asentir, discrepar, corroborar, inspirarme y sobre todo perseverar en dar forma a algunas ideas. Constato que formo parte de una corriente de cambio con personas que en el día a día no frecuentas. Habitualmente tomo nota de algunas frases potentes de expositores cuyo respaldo es su reconocida trayectoria para citarlas.
Por razones de trabajo, este 2018 sólo he podido asistir[1] a las tres primeras conferencias del jueves 6 y esta vez no sólo he registrado algunas frases potentes, algunas de las cuales se me vienen a la memoria como “la cultura escolar es como la corrientes marinas van por debajo de las olas” (Elías Neira)[2] “lo pedagógico es el intangible” (Flor Pablo) que también podríamos decir “lo no negociable” y algo relacionado a que una escuela eficaz trabaja por prioridades (la expositora española).
Sin embargo hoy es “mi primera vez”[3] que luego de un CADE me animo a escribir sin un formato convencional y con el propósito de describir un proceso que sirva de ejemplo para alentar a las “corrientes de cambio”.
Y me refiero a la propuesta de la Red Integrada de Escuelas y la figura del Director General. A medida que Flor exponía recordaba las “primeras veces” que ponía el tema del director/docente de escuelas rurales que postula a una plaza pedagógica y la dirección le viene por añadidura sin que él se lo haya propuesto. Es lo que viene sucediendo en inicial con la ampliación de cobertura. He recordado que alguna vez propuse, durante una reunión en IPAE (2017) previo a la reunión a propósito de la iniciativa COMETA[4], suprimir el cargo de director para estas escuelas y nombrar un director a cargo de varias. Recuerdo que Leticia Malaquio comentó luego que no se podía dejar una escuela acéfala de director porque la norma lo exige. Entonces si sigue como director que se le resten funciones para asignarla a ese director general como parte de un equipo directivo.
Y esta convicción surge precisamente del trabajo de acompañamiento a directivos/docentes con el Plan de Gestión Directiva, que propone pasar del trabajo solo en red al acompañamiento personalizado al director, estrategia derivada del Modelo IPAE de Gestión Educativa surgido de Escuelas de Exitosas.
Es esta experiencia la que para mí ha sido el “laboratorio” de nuevas ideas y que ayer al escuchar a Flor Pablo he revivido con placer y, sobre todo, he corroborado. He podido comprobar como las personas que comparten una misma visión de la educación pueden coincidir, en un determinado momento, aunque no se comuniquen directamente porque éstas tienen una forma común de leer la práctica y forman parte de una “corriente de cambio”.
Animada por ello quiero sugerir algunas precisiones a la propuesta presentada en CADE 2018:
El enfoque territorial[5] debiera centrarse en el ciclo de vida de las personas[6] y en particular del aprendizaje y desarrollo[7] de los niños, me parece un excelente cambio de paradigma. Y por ello el sistema educativo debiera hacer “un seguimiento a la trayectoria de aprendizaje y desarrollo de cada estudiante” que “llega a la EBR en brazos o de la mano de papá o mamá y egresa de la mano de su enamorado o enamorada pero no con un niño en brazos”.[8] De esa forma podríamos dar cuenta del perfil de egreso y si las competencias se materializan en un proyecto de vida (LGE 28044). De esta manera el director podría “hacer su escuela un proyecto y de cada niño un proyecto de vida”[9]
La autonomía y no aislamiento debiera transformarse en relaciones de interdependencia[10] (Morin 1997); concepto que sólo puede entenderse y aplicarse a partir de experimentarlo con la disposición de tiempo y libertad para plasmar lo que cada escuela cree que realmente es su prioridad, sin desatender “lo negociable o intangible”[11].
Equipo Directivo antes que director. El Marco del Buen Desempeño del directivo describe dominios y competencias que a una la entusiasman por lo ideal que sería lograr ello. Sin embargo, no es real. Hay casos excepcionales de directores que logran reunir esas características, pero no es la tendencia. Por tanto, debiéramos pensar en perfil de los equipos directivos antes que en el perfil del director.[12] Esta idea se ha propuesto en el Área de formación de capacidades de la DEI – EBR a propósito del Plan de implementación de Currículo en Educación Inicial. En inicial, la mayor parte de directoras tiene aula a cargo. El concepto Perfil de Equipo Directivo (y no sólo funciones como figura en el ROF) debiera quedar definido para que al momento de contratar personal se logre pensar en los atributos básicos a reunir y lo que un plan de formación en servicio debiera desarrollar teniendo en cuenta lo que cada integrante aporta.
Identidad pedagógica de nivel [13] el concepto de integración se ilustra con un diagrama de puntos de intersección (la teoría de conjuntos en matemática). Pero la integración no es subordinación, ni opresión. En un modelo de red integrada de escuelas habría que cuidar que el nivel de educación inicial conserve su identidad pedagógica que se caracteriza por una mayor cantidad de tiempo para el juego libre y menos tiempo de trabajo sentados llenando hojas, una estructura de horario distribuido por momentos y no por áreas curriculares: las dos primeras horas matemática, las dos segundas comunicación. Los temas surgen del interés del niño que se desarrollan con proyectos y no de un calendario oficial de temas generadores que se programan a inicios de año. La expansión de la educación inicial en colegios de primaria ha traído un serio problema: la primarización de la gestión pedagógica de inicial. Ello ha sucedido porque la directora de estas instituciones educativas tiene formación de primaria (no está preparada como EBR) y además asume la gestión centrada en lo administrativo. En el mejor de los casos, las docentes de inicial con autoridad pedagógica, logran aplicar la propuesta de este nivel, pero “sacando la vuelta” a la directora y en otros casos desgastándose en argumentaciones o tensiones improductivas.[14]
Manejo del tiempo no es un asunto de distribuir cantidades sino de tener claro prioridades. Habitualmente el director adaptado a una cultura normativa distribuye cuantitativamente su tiempo porque tiene que cumplir con rutinas normativas preestablecidas y no por una gestión para resultados. Por tanto, para este director la conversación no está asociadas a construir sentido común y cooperación (lo más requerido del liderazgo pedagógico)[15]. El tiempo es relativo y por tanto requiere de una capacidad para administrarlo siguiendo un orden, pero al mismo tiempo flexible.
Regular el horario para las relaciones. Si aceptamos que el estadio siguiente de la autonomía es la interdependencia, la gestión escolar debe incluir tiempo programado para las reuniones de coordinación efectiva en horarios oportunos. La escuela rural no es una tienda con despachador detrás del mostrador. La gestión que conocemos no está pensada para la realidad del director/docente de escuela rural que es tratado como dependiente detrás de un mostrador. Es decir tiene que interrumpir el proceso pedagógico de sus estudiantes (la razón de ser de una escuela), para atender a todo el que llega, en parte por criterio de jerarquía (la UGEL, el Semáforo, maestro fortaleza) y en parte por no perder la oportunidad de un beneficio o el cumplimiento de un convenio (la Qaliwarma, ONG (A,B,C y D) y las empresas que brindan servicios por responsabilidad social), además de los padres de familia que por sus jornadas en el campo, llegan a cualquier hora.
Hacer de mi escuela un proyecto. En IPAE ensayé una propuesta que consistía en apoyar al directivo/docente en gestionar sus prioridades, dentro de las cuales estaba el desarrollo de algunas habilidades[16] para lograrlas.
A partir de estas experiencias de corto plazo (uno o dos años) ellos sentían, no sólo la necesidad de continuar sino de “ver más allá” es decir, la visión que luego daría sentido al Proyecto Educativo. De esta forma, al más puro estilo vigotzsquiano, ellos construían el concepto antes que repetirlo.
Estas son algunas de las ideas que quiero compartir, reitero, motivada. Estoy segura que será un primer esfuerzo de hilvanar ideas que se han materializado en una propuesta que contribuya a la que IPAE y el CNE han presentado en CADE 2018.
Me anima mucho ser parte de esta oleada, corriente, equipo de cambios de paradigma. Y nuevamente mis felicitaciones a IPAE por esta iniciativa que el próximo año cumple una década.