Por Jaime Montes
Las últimas huelgas magisteriales se han desarrollado y evolucionado en escenarios de acción y reacción entre dos movimientos en constante confrontación, compiten, se descreditan mutuamente. Las últimas huelgas han emergido por fuerzas contiguas y concéntricas al fin, entre institucionalistas y anti-institucionalistas, entre radicales y conservadores.
El 5 de abril del presente año, pareciera que se rompe tímidamente esta simbiosis, las bases magisteriales liderado por Pedro Castillo convocaron una medida “preventiva” a través de un paro nacional de 24 horas. La medida no fue acatada ni aprobada por las dirigencias nacionales del CEN Sindicato unitario de trabajadores en educación del Perú (Sutep), que encabeza Alfredo Velásquez. Es decir, ha sido una huelga “propia” de los disidentes, con sus propias agendas, estructuras y fines políticos. Por primera vez en muchos años ambos movimientos han planteado huelgas nacionales indefinidas para este año con meses de anticipación y en fechas distintas, son huelgas en ciernes que no son interdependientes no son “huelgas paralelas” lo que se viene sino inmanejables huelgas secuenciales. El Ministerio de Educación (Minedu) está advertido, según los informes de las direcciones regionales de educación (DRE), Pedro Castillo, en la última huelga, ha logrado una convocatoria promedio del 30% a nivel nacional, desde el punto de vista político es un avance y visibiliza el desprendimiento estratégico del CEN Sutep.
Es posible que este año no se desarrollen las huelgas partidas sino huelgas constantes, el riesgo es que sea acumulativa y se propague el caos, es importante evitarlo. El fortalecimiento del frente de docentes que lidera Pedro Castillo no significa el debilitamiento del CEN Sutep, pero en la medida que el frente disidente crece también se develan los intereses y debilidades de esa organización, lo que ha originado un “tercer frente oculto”, un movimiento líquido e intermedio, cautivo para uno como para la otra parte. Este frente oculto, desde mi opinión, aglomera a la mayoría de los docentes, no son militantes, pero si son proactivos para defender derechos y plataformas “bien vendidas”.
Hace bien el Sutep oficial en no dar mucha importancia a su “competidor”, hace bien del Castillo en no subestimar al CEN Sutep, pero ambos olvidan que el sector anti-magisterial y tecnocrático consolida alianzas perversas para anular de la escena política la lucha magisterial, un ejemplo claro ha sido la última huelga del 5 de abril, ningún medio de comunicación de impacto nacional ha publicado el desarrollo de esta huelga, demasiada coincidencia que hace sospechar un acuerdo gobierno-prensa. La misma estrategia fue utilizada por el ex ministro Saavedra, optó por la campaña mediática aunque las consecuencias de esta estrategia fueron asumidas por la Ministra Martens.
El “problema” de las huelgas para un sector del Minedu, es que, es tratado como “el problema central”, la reacción del gobierno ha sido atender lo urgente y no lo importante, los gestores de los diálogos, desde el estado, deben saber que el problema fundamental no son las huelgas sino las causas que la originan. Por ejemplo, en la plataforma del Sutep oficial existe un pedido que dice: “reubique por enfermedades terminales a docentes, es decir, a pedido del trabajador, se reubicará a los profesores o auxiliares que padezcan de alguna enfermedad terminal hacia áreas y lugares que faciliten su desempeño profesional y el acceso a los servicios de salud”, ¿puede ser tan difícil asumir este compromiso, de corte humanitario, por el gobierno?
No sabemos el impacto que tendrá las dos huelgas anunciadas para este año, pero es una buena oportunidad para entender, de una vez por todas, la lógica de la correlación de fuerzas que lo impulsan, comprender el sentido con que se mueve, crece y decrece las demandas magisteriales, es importante actuar sin apasionamiento y no tratar este fenómeno solo desde la perspectiva económica o del derecho, no solo mirar el árbol, sino el bosque. Las teorías de los movimientos sociales y el enfoque multidimensional nos da pistas como abordar conflictos complejos como la huelga magisterial, como por ejemplo, cuando hablamos de estructuras de la movilización del magisterio, me estoy refiriendo a no perder de vista quiénes son y como logran sus consensos colectivos las bases regionales, tanto el Sutep oficial como en el frente de Castillo, lo que John D. McCarthy definía como “repertorios tácticos” o “repertorios modulares de los movimientos sociales”. En esa línea es imprescindible que el gobierno logre diálogos previos no solo con los dirigentes sino con las bases para construir repertorios que sostengan luego la vocería y el dialogo entre decisores y dirigentes.
Finalmente, un aprendizaje de la última huelga magisterial, es que, estas no solo son motivadas por las plataformas de lucha, a ello se suman otras complejidades. Las estructuras de las luchas magisteriales se desarrollan en el campo bidimensional de lo formal y lo informal, entre lo legal o lo ilegal, conocemos muy poco sobre cuáles son las concepciones que tienen los y las docentes sobre estas dimensiones, no sabemos cómo abordar esta dualidad entre el respeto a los derechos del docente y la exigencia que asuman sus deberes ¿es ilegal reclamar sueldos dignos? para algunos decisores del estado si, para otros no, ¿es legal dejar a los estudiantes sin clases? para algunos docentes si, para algunos docentes no. Esta complejidad no está siendo tratada como se debe. Así mismo es importante apoyar al grupo de docentes que encausan las demandas magisteriales de manera sensata, porque hay un movimiento más dialogante cautivo en el magisterio, pero hay que identificarlos y visibilizarlos.
Comprender el fenómeno de las huelgas magisteriales está pendiente en el estado. Hacerlo ayudará a diseñar y gestionar mejor políticas de diálogo, de atención y ayuda a los docentes, a todos, no solo a los sindicalistas. El problema central es que no somos conscientes que para el docente las respuestas del estado a sus demandas, post huelga, son asumidas como “limosnas”, eso menoscaba la autoestima colectiva del docente, debemos pasar de la “limosna” al “acuerdo”, pasar de la “conquista de derechos” a “garantizar los derechos”. Si queremos enfrentar las huelgas, sugiero, no a las guerras mediáticas, no a la represión o concesión económica como mecanismos de diálogo, no a la represión policial, las huelgas son una manera desesperada de exigir respeto, así que urge construir políticas de respeto desde ahora.
Tomado de Tarea Informa