Por Paolo Benza
Con las censuras de Jaime Saavedra y Marilú Martens a algunos se les ha dado por decir que la reforma educativa no existe. Que se trata de un concepto etéreo asumido como cierto solo de haberse repetido tanto. En otras palabras, que la reforma educativa es algo así como la ideología de género: una etiqueta vacía de contenido. ¿Es cierto? Veamos.
- Durante el gobierno nacionalista, los salarios reales promedio de los maestros aumentaron 60%, según Grade; más que en los cuatro gobiernos previos combinados. Esto se logró como parte de una política de revalorización de la carrera docente. La meta, fijada durante la gestión de Saavedra (octubre del 2013 a diciembre del 2016), fue llegar a S/.3600 al 2021. Hoy es S/.1800. “El costo de oportunidad de un maestro no puede ser el de un taxista”, repitió siempre Saavedra.
- En el 2012, el Congreso aprobó Ley de Reforma Magisterial que reemplazó a la Ley de la Carrera Pública Magisterial promulgada durante el gobierno aprista. Es cierto que la Ley del Apra buscaba insertar la meritocracia en la carrera docente, pero era opcional y cubría a una pequeña porción del magisterio. La nueva ley hacía obligatorio el ingreso de todos los profesores al sistema meritocrático de ascenso y —lo más importante— de permanencia. Saavedra comenzó la implementación de la nueva ley y la asumió como eje discursivo de su gestión.
- El gasto por alumno pasó de US$650 a US$1100 en el gobierno pasado. El gasto en educación como porcentaje del PBI creció de 2.8% a 3.9% y como porcentaje del presupuesto público pasó de 14.9% a 18%. Todo esto, nuevamente, como parte de una política de reforma cuya meta es 6% del PBI en el 2021. El aumento más importante se dio durante la gestión de Saavedra, del 2014 al 2016 (ver cuadro elaborado por Semana Económica con datos del SIAF del MEF).
- Se aprobó el nuevo Currículo Nacional que, entre muchas otras cosas, tiene un necesario enfoque de igualdad de género. Esto no implica (como afirman ciertos conservadores) “homosexualizar a nuestra niñez”, sino enseñarle que los hombres y las mujeres deben tener igualdad de derechos y oportunidades. También se impulsó la enseñanza del inglés y de la educación física. Además, se empezó con el importantísimo regreso a la jornada escolar completa en secundaria (que avanza lento y aún no llega a la mitad de la matrícula). Unas líneas para el desarrollo de técnicas en educación intercultural bilingüe que —como explicó el profesor de Gestión Pública de la UP, Flavio Ausejo— ya permiten enseñar “prácticamente todas las lenguas originarias con una población relevante”.
- El Ejecutivo adquirió un compromiso político explícito con dos iniciativas legislativas en educación superior: la Ley Universitaria y la Ley de Institutos. La primera busca asegurar estándares básicos de calidad en un mercado donde algunas universidades estafan a sus alumnos, literalmente, funcionando sin licencia. Aunque con dificultades en su implementación, esta ley ya ha logrado que, por ejemplo, la Universidad César Vallejo invierta S/.140 millones en alcanzar los estándares de licenciamiento. En el caso de los institutos, la ley desrregula un mercado sobrerregulado y también busca asegurar estándares de calidad para revertir la ilógica aversión por la educación técnica.
Es cierto que muchas de las mejoras detalladas son previas al gobierno de PPK e, incluso, previas a Saavedra. Sin embargo, la virtud que PPK demostró al ratificar al ministro —y que Saavedra también exhibió— fue poder identificar una línea discursiva correcta y asimilarla como parte de su gestión, aunque no fuese suya. Así, ignoró la lógica personalista que limita las reformas de largo aliento en el sector público. Este gobierno puede tener muchos errores, pero seguir con la reforma educativa no es uno de ellos.
Publicado en político.pe
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