Por Jaime Montes
La huelga ha sido un entramado de eventos multidimensionales, nodos interconectados espontáneamente que luego confluyó en un movimiento desdoblado, bases versus dirigencias. Ha develado, yo diría confirmado, un magisterio contradictorio, informado y desinformado, con gestos de radicalismo pragmático pero también de expresiones humanitarias e idealistas, de opciones y percepciones diversas, con matices. Débil para comprender la heterogeneidad, de baja tolerancia, de extraña forma de asumir la empatía. Es un magisterio, creativo, musical, que cuestionan cantado pero también gritando: desacreditan y desafían no tanto las políticas educativas sino el modo en que se ejecutan las políticas.
Desde el estado discutimos el qué de las políticas, en el magisterio se aborda el cómo de las políticas, los docentes no niegan la importancia de trabajar el largo plazo, sueñan, se proyectan, no le temen a la política, pero no asumen militancia. Sus demandas son reivindicativas, urgentes, reactivas, coloridas.
El magisterio puede a veces negar la existencia del Estado, poner a prueba los modelos, los sistemas, más por euforia que por convicción. Son escasos los argumentos filosóficos o técnicos, pero también exigen valoración al Estado, construyen redes y clusters de exigencias mirando a la justicia, la identidad, la territorialidad, se percibe una sed de reconocimiento pero también de figuración. Los docentes políticos socavan sin miramientos la credibilidad de la clase gobernante y de la clase política- es una manera peligrosa de hacer política-, pero al mismo tiempo es un magisterio constructor de una malla compleja de solidaridad entre pares, es una vitrina de deudas históricas que nos enrostran a todos. A la cabeza líderes mesiánicos, pragmáticos, con actitudes extremas, apasionamiento desmedido, imposibilitados para comprender la compleja tarea que exige asegurar una educación de calidad, no se asume autocrítica ni corresponsabilidad, inteligentes cuando quieren, porque en el fondo hay mucha sabiduría, pero es opacado por la demagogia.
Se ha reconfirmado la capacidad resiliente del magisterio, la habilidad “recursera” del docente. Lo más doloroso para mí ha sido ser testigo como la muerte se puede convertir en gestos políticos, celebración política, una especie de ideologización del martirio. Han muerto 7 docentes, víctimas de su propia salud, docentes que han transitado caminatas de sacrificio, de extremo calor como en el norte, de extremo frío como en el sur, muertes que han pasado inadvertidos para el estado, pero para el magisterio ha sido una siembra, un hito, los muertos fueron carne para sensibilizar en el patio de la escuela, en la plaza de armas, en las grandes avenidas.
No hay radicalismo ideológico en marcha, no hay ideología, una deuda de los pensadores de izquierda. Otro estado, otro mundo, no habrá por lo menos en el corto plazo. Lo que hay es un incipiente movimiento afilado solo para las elecciones, cuya capacidad de movilización termina en las huelgas. Lo que hay es un radicalismo pragmático de sobrevivencia pero inserto en el sistema financiero, con deudas. Son negociantes, incrédulos, desconfiados y no se dejan engañar, acceden a mucha información pero no procesada. Qué pena, después de ésta huelga nadie construye ni apuesta por las ideologías, habiendo tanto que reflexionar, sino por el contrario se constriñen a las plataformas de lucha, los cuales son muy peligrosas. Si seguimos indiferentes al engorde de un movimiento tan pragmático como el actual, podría ser un caldo de cautivo para posibles autoritarismos y caudillos gobernantes como el fujimorismo o el militarismo.
El magisterio joven es crítico con el senderismo, aunque no entiende el maoísmo. Urge recomponer partidos, estructurar socialmente el debate pedagógico, es una tarea de todos los interesados de la verdadera política, la necesaria, la decente. La historia se repite, desde el Estado siempre llegamos tarde al centro de las dinámicas sociales y actuamos erráticamente desesperados para colmar intereses de grupo y no de país.
Ha sido una huelga atípica, quisiera compartir algunas aproximaciones de esta atipicidad:
1. La huelga ha tenido financiamiento diverso y escalonado, un degradé desde el rojo intenso al naranja asolapado, había caja, empezando por el aporte de los mismo docentes, los padres y otros. La logística ha marcado los diferentes inicios y diferentes finales, incluso diferentes actas en una misma huelga. ¿Cuánto costó la huelga?
2. Se ha consolidado una estructura paralela. Se abre una discusión entre la legalidad y legitimidad dentro del sindicato. Dos grupos marcados en confrontación, ambos se subestiman. Un grave error, esas tensiones son peligrosas, marcarán las características y el énfasis de las futuras huelgas.
3. UGEL y DRE sin experiencia para sostener decisiones de estado, con herramientas poco efectivas, los niveles de autoestima institucional fueron socavadas. Se capturaron directores y especialistas, se les forzó el apoyo logístico, se obligaron a dar declaraciones formales. Las instancias descentralizadas aún son operadores incipientes y algunos fraccionadores.
¿Después de la Huelga qué?
a. Recuperar las políticas públicas, más allá del enunciado y la norma. Las políticas requieren una cadena de decisiones de calidad, microsistemas de evidencias y alertas, plataforma que gestione el conocimiento de sus propios indicadores, reclutamiento efectivo de especialistas que conozcan las dinámicas sociales de sus regiones pero al mismo tiempo con altos desempeños para entender e implementar la política, formar operadores no solo alineados sino inspirados y apasionados. Construir vocerías desde la sociedad civil.
b. Darle valor a la afectividad para convertirlo en efectividad. La experiencia reciente en la provincia de Chucuito nos ha demostrado que gracias a los psicoterapeutas Oscar Cicconi y Astrid Huerta, al implementar un programa centrada en el afecto, lograron fortalecer las redes, la convivencia, la tolerancia y el respeto. Los investigadores concluyeron que existen evidentes y críticas necesidades de afecto en el magisterio.
c. Gestionar el conocimiento a nivel nacional para identificar evidencias de buenos desempeños de docentes, si queremos asumir la formación basado en competencia necesitamos evidencia de pares, ejemplos cercanos, aprendizajes testimoniables.
d. Mejorar los canales de difusión. Educar a los comunicadores para que no vendan sino inspiren. Es necesario que los comunicadores se conviertan en maestros para simplificar la complejidad.
e. Abordar la mejora del sueldo en sinergia con la mejora del desempeño. No son temas distintos, ni políticas que van en cuerdas separadas. Mejores condiciones sí, pero también mejores desempeños.
Para finalizar comparto un mensaje del Nórbil Rafael Heredia, profesor de la provincia de Chota, Cajamarca, que resume lo mencionado: “…muchos duermen en las plazas, veredas, azoteas, patios y salas. Los que tienen oportunidad pernoctan sobre colchonetas, pero varios lo hacen acurrucados sobre cartones, plásticos e incluso sobre el pavimento frío, soportando el crudo invierno capitalino. A eso se suma la represión policial y la indiferencia del Gobierno… La lucha nos enseña también a sacrificarse. No hay victoria que no sea hija del sacrificio. La firmeza de los maestros se ha dejado notar en esta oportunidad… Volví a mi tierra porque mi salud me estaba jugando una mala pasada…”.
Participación expuesta en un panel organizado por Foro Educativo.
Foto: referencial. EFE.