Por Christian Villalta*
En Lima se viene viviendo un hecho histórico protagonizado por los profesores y profesoras de todo el Perú. Sus arengas que enuncian la muerte del CEN, porque sus bases lo enterraron, recorren las calles capitalinas ante la indiferencia del Ministerio de Educación, que no ha querido recibir a los dirigentes aplicando de esta manera una pedagogía del maltrato perpetuada por los últimos gobiernos de nuestro país.
El magisterio ha despertado tras décadas de maltrato y después de haber sido el chivo expiatorio de la sociedad que ve perpleja una movilización como nunca antes se ha visto. La historia del magisterio ha sido de fracasos, debido a las traiciones de Patria Roja, que junto al Estado, negaron al magisterio el cumplimiento de sus justos reclamos.
El incremento de los sueldos magisteriales dado hace algunos años no ha mejorado el panorama de los docentes en su centro de labores, pues las horas de trabajo ascendieron y el resto del pliego de reclamos fue ignorado debido a una traición del partido cavernario antes mencionado.
La realidad y necesidades del docente peruano son múltiples y no pueden ser cubiertas con el sueldo base que tienen y lo de la escala magisterial solo es un trampa para hacer figurar la calidad educativa. Ante todo esto el educador es el profesional con el sueldo más bajo del Perú.
En el proceso de la huelga indefinida, debido a la desesperación del estado para dividirla y deformar la imagen de la lucha, tildaron a los docentes de “terroristas”, el estigma clásico para provocar en la sociedad miedo y desligitmizar a los movimientos sociales. Un ministerio que llama terroristas a sus docentes , indica mucho desprecio y no se puede hablar de un verdadero interés por ese eje principal de la educación, los maestros.
El magisterio peruano nos ha demostrado que es posible la autoorganización desde las bases para lograr una mejor educación para niños y adolescentes, ya que esta lucha no es solo por sueldos sino por la mejora del proceso de enseñanza. Para ello, el docente necesita estar cómodo en sus necesidades. Las políticas y acciones estatales solo denigran la carrera docente, formando un maestro sumiso, ya que tener docentes con dignidad y satisfechos es lograr un país bien educado, y tener un país bien educado no conviene a los agentes de poder económico ni a las mafias políticas que infectan al Perú.
*Docente, poeta y periodista arequipeño
Foto: Perú 21