El 9 de abril se publicaron los resultados de las evaluaciones censales de aprendizaje 2016. Vienen a ser el punto de término del gobierno de Ollanta Humala y la línea de base para el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski.
Los resultados 2016 muestran que con una inversión del 3.6% del producto bruto interno (PBI) para educación, el Perú está logrando que la mitad de los estudiantes de segundo de primaria (46%) alcance el resultado esperado en lectura y un tercio (34%), en matemática. El 2007, año en que se iniciaron estas evaluaciones, la situación era muy diferente, pues la inversión en educación fue del 2.5% del PBI y solo el 15.9% de estudiantes lograron resultados satisfactorios en lectura y 7.2% en matemática. Es decir, mientras que la participación de educación en el PBI se incrementó en un punto, los resultados en lectura se triplicaron y en matemática se multiplicaron por cinco (cifras Escale del Ministerio de Educación).
Estos datos no hacen sino confirmar lo que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señala en sus análisis de la prueba PISA: por debajo de un umbral de 5,000 dólares de inversión por alumno, cada dólar bien invertido representa una mejora en educación. El Perú, en los parámetros OCDE, invierte hoy 2,011 dólares por alumno.
La pregunta que debemos hacer a nuestro gobierno y a toda la clase política es: ¿qué educación queremos para el Perú y cuánto estamos dispuestos a invertir en ella? ¿Cuál es el tamaño de nuestra ambición y cuál es nuestra meta al 2021? El Perú es el país con menor inversión en educación de América Latina, entonces ¿nuestra meta será alcanzar al siguiente en la tabla, República Dominicana (2,426 dólares al año), Chile (4,060 dólares) o queremos aspirar a una educación como la de Finlandia (10,152 dólares) o Singapur (13,061 dólares)?
En el Perú hay una reforma educativa en marcha que tiene carácter de política de Estado, con acciones orientadas a la mejora de los aprendizajes, el cierre de brechas entre educación rural y urbana, la revaloración docente y el fortalecimiento de la gestión. Sabemos que cada sol invertido en educación genera efectos positivos en la educación, pero no nos engañemos, la viabilidad de la reforma educativa en marcha está asociada a un crecimiento continuo de los recursos invertidos en educación.
En las actuales condiciones económicas internacionales, incrementar la participación de educación en el PBI al 4% el 2018, para así llegar a la meta de 6% del PBI destinado a educación el 2021, o lograr una inversión por alumno al menos similar a la de República Dominicana, puede suponer medidas fiscales o tributarias extraordinarias para el Perú, donde Ejecutivo, Congreso y quienes tributamos, ciudadanos y empresas, tendremos que honrar la prioridad por la educación. Los profesores del Perú están cumpliendo con su cuota de esfuerzo, como lo muestra la mejora en resultados de aprendizaje. ¿Lo hará nuestra clase política?
Publicado el 24 de abril de 2017 en el diario El Peruano.