Una de las cuestiones más graves que expone una tragedia nacional, como la que sufre hoy el Perú, es la de su falta de institucionalidad para asumir responsabilidades y rendir cuentas.
Primero, algunos conceptos básicos. Nuestro país es una República unitaria y descentralizada. Es decir, no somos una federación de Estados, pero tampoco nuestro Estado unitario esta centralizado. ¿Se entiende? Parece mas fácil de escribirlo que de entenderlo y mucho mas difícil llevarlo a la práctica.
Desde el inicio de La República el centralismo de Lima – la antigua capital de un virreynato de 300 años que aún pesa – ha sido un problema perpetuo que no hizo sino explotar en esta ciudad caótica en la que vivimos los limeños hoy. Todas las políticas de descentralización, de una forma u otra, fracasaron el siglo XIX y el siglo XX. El último intento, ya en este siglo, no es la excepción.
Un Estado administrativamente descentralizado a la perfección no requeriría mas que de las autoridades de cada jurisdicción para gestionarse. Por supuesto hay materias de la gestión de los intereses del Estado en los que no cabe sino un mando central, por ejemplo, las relaciones exteriores o la defensa del territorio. Pero en casi todo lo demás, cada circunscripción debería manejarse con autonomía. Sin embargo, esto es muy difícil aún de lograr en nuestro país.
¿Quienes son los llamados por ley para realizar acciones preventivas frente a los inevitables retos que plantea una geografía tan diversa como la peruana? Los Gobernadores, Alcaldes Provinciales y Alcaldes Distritales.
¿Quienes son los responsables del diseño urbano de cada ciudad, de que el asentamiento humano en cada territorio se de dentro de las normas? ¿Quienes son los responsables de las vías y puentes, regionales, urbanos o rurales? Los Gobernadores, Alcaldes Provinciales y Alcaldes Distritales.
¿Quienes son los responsables de actuar durante y después de la emergencia, en el rescate de damnificados y en la reconstrucción? Los Gobernadores, Alcaldes Provinciales y Alcaldes Distritales.
¿Y por qué, si esto esta tan claro en la ley, el protagonismo y la capacidad de decisión la tienen hoy el gobierno central, el Presidente de la República, los Ministros de Estado y el Comando de las Fuerzas Armadas?
Por que los llamados, no pudieron. No pueden. Y, probablemente, no podrán. No sólo la responsabilidad los sobrepasa presupuestalmente, los abruma en sus incapacidades locales. El ejemplo más dramático es Ancash, con su Gobernador prófugo de la justicia. ¿Que institucionalidad local puede responder ahí? O, para no ir lejos, la Región Lima. ¿Acaso Luis Castañeda Lossio ha podido con tres ríos y cinco quebradas secas al sur? El Rímac desnudó un puente mal hecho, pero desapareció al Alcalde de Chosica, Huachipa, Carapongo, Punta Hermosa, San Bartolo o Pucusana, sólo por mencionar algunos puntos críticos. Su incompetencia ha quejado a la vista de todos.
Pero, ¿por qué sucede esto? ¿Es sólo que elegimos mal a nuestras autoridades? Esa es parte de la explicación, pero no es toda la respuesta. La democracia resiste un mal Alcalde, un mal Gobernador y hasta a un mal Presidente. Lo que no resiste es que el arreglo institucional siempre nos de el mismo resultado: gestiones de mediocres a pésimas, y en el peor de los casos, delictivas.
¿Puede cambiar? Si. Otros países unitarios son multicéntricos. Baste ver a nuestros vecinos latinoamericanos. Pero se necesitan tres cosas. Élites locales, recursos propios y población educada.
Las élites locales en el Perú huyen a Lima. Y con élites me refiero a intelectuales, profesionales, clases medias educadas. Lo vienen haciendo desde hace 70 años en busca, con todo derecho, de mejores oportunidades académicas y laborales. La periferia expulsa a sus mejores hijos y el centro se los devora. La migración a Lima no es sólo campesina sino que trae consigo a los que debieron ser los líderes locales.
¿Recursos? Muy pocas regiones tienen la capacidad de sostenerse a si mismas. Es decir, al estar concentrada la producción de bienes y la prestación servicios en Lima, la tributación se produce en esa ciudad. El MEF tiene una caja única nacional de recaudación y tiene una función redistributiva para equilibrar a unas regiones con otras y garantizar un piso mínimo a todos de servicios e infraestructura. Por lo tanto, es vía transferencias del gobierno central que se paga, por ejemplo, la planilla pública que incluye grupos gigantescos de profesionales en salud y educación, en actividad o jubilados. Asimismo, es el gobierno central el que aprueba, a propuesta de los gobiernos regionales, sus presupuestos, y estos se envían en la Ley de Presupuesto al Congreso para su aprobación. El margen de acción que dio el canón como recurso propio merece un largo estudio sobre su despilfarro en la época de las vacas gordas. Lo cierto es que hace unos años el IEP comparó el desarrollo de Arequipa y Cajamarca, con canón minero similar y los resultados fueron extraordinariamente disímiles en reducción de pobreza.
¿Cual es el factor que hace que algunas regiones progresen más y mas rápido que otras? Parece que un factor determinante es el nivel de educación de su población. Una población mas educada elige mejor, en todos los niveles de capacidad de decisión. Sea donde construye su casa o a quien elige como Alcalde. ¿Tenemos una población uniformemente educada? ¿Con valores cívicos compartidos? ¿Con una compresión práctica sobre la necesidad de un bien común para beneficio universal? La respuesta es, aún no.
Sobre estas bases, es imposible que los pueblos pobres de las regiones mas castigadas del país no pidan a gritos la intervención del gobierno central. Y éste, aunque no le corresponda legalmente hacerlo, no puede dejar de estar.
Los huaycos no solo dejan a la gente sin ropa. A la instituciones, también.